Carolina era una compañera del Minsi en su carrera de Pedagogía, siempre me decía (y aún lo hace) que ella era una bacana. Inteligente como ella sola, que era la mejor de la carrera y de una simpatía notable.
Obviamente, ella también quería mucho al Minsi, así que lo invitó a su matrimonio.
Le pedí el auto a mi madre, como en muchas ocasiones anteriores y futuras, y nos fuimos en dirección al centro de Santiago, ya que se realizaría la boda en una catedral. Usé el vestido que dije que usaría muchas veces, el mismo que ocupé para la boda de Belén y Luis.
Cuando llegamos tuvimos que darnos un par de vueltas porque había muchísima gente y porque era el centro, así que no había mucho más lugar que las calles.
Fue una boda muy tradicional, en una catedral gigante, que realmente no me dejó ver mucho de lo que pasaba, porque estaba muy atrás y no llevé mis lentes.
La fiesta sería en un local cerca, así que a la salida después de esperar un poco, nos fuimos hacia allá.
Por fuera parecía un local muy poco interesante, incluso feo. Sin embargo, al bajarnos del auto y entrar, me llevé la tremenda sorpresa.
El lugar resultó ser fantásticamente bonito, no sólo por la estructura en sí, si no también, por la decoración, de un gusto y estilo brutal.
Había una cantidad impresionante de postres y de...puestos.
Ahí dimensioné el tamaño de la boda. Habían incluso (ex) ministros.
Nos sentamos a la mesa con dos chicos más, porque el resto de mi mesa no llegó. Para que hablar del menú, y de la calidad de todas las cosas en general, no podía dejar de impresionarme.
Mi momento favorito de la boda fue cuando llegaron los novios, ahora esposos, sacaron unos sables láser de La Guerra de las Galaxias y comenzaron a batallar flojamente. Un momento más tarde la novia dijo: "Aquí está la gente más importante, muchos de los que me conocen de toda la vida". Y ahí estaba yo.
Después de conversar mucho con nuestros compañeros de mesa, las luces de la pista de baile se encendieron y se dio paso a la celebración.
Yo no podía dejar de mirar el lugar y cada uno de sus rincones, que ya habíamos turisteado previamente con el Minsi.
Cuando ya era momento de retirarse porque ninguno de los dos bailaría, nos tomamos algunas fotos en la cabina fotográfica, recuerdo que aún conservo.
Obviamente, ella también quería mucho al Minsi, así que lo invitó a su matrimonio.
Le pedí el auto a mi madre, como en muchas ocasiones anteriores y futuras, y nos fuimos en dirección al centro de Santiago, ya que se realizaría la boda en una catedral. Usé el vestido que dije que usaría muchas veces, el mismo que ocupé para la boda de Belén y Luis.
Cuando llegamos tuvimos que darnos un par de vueltas porque había muchísima gente y porque era el centro, así que no había mucho más lugar que las calles.
Fue una boda muy tradicional, en una catedral gigante, que realmente no me dejó ver mucho de lo que pasaba, porque estaba muy atrás y no llevé mis lentes.
La fiesta sería en un local cerca, así que a la salida después de esperar un poco, nos fuimos hacia allá.
Por fuera parecía un local muy poco interesante, incluso feo. Sin embargo, al bajarnos del auto y entrar, me llevé la tremenda sorpresa.
El lugar resultó ser fantásticamente bonito, no sólo por la estructura en sí, si no también, por la decoración, de un gusto y estilo brutal.
Había una cantidad impresionante de postres y de...puestos.
Ahí dimensioné el tamaño de la boda. Habían incluso (ex) ministros.
Nos sentamos a la mesa con dos chicos más, porque el resto de mi mesa no llegó. Para que hablar del menú, y de la calidad de todas las cosas en general, no podía dejar de impresionarme.
Mi momento favorito de la boda fue cuando llegaron los novios, ahora esposos, sacaron unos sables láser de La Guerra de las Galaxias y comenzaron a batallar flojamente. Un momento más tarde la novia dijo: "Aquí está la gente más importante, muchos de los que me conocen de toda la vida". Y ahí estaba yo.
Después de conversar mucho con nuestros compañeros de mesa, las luces de la pista de baile se encendieron y se dio paso a la celebración.
Yo no podía dejar de mirar el lugar y cada uno de sus rincones, que ya habíamos turisteado previamente con el Minsi.
Cuando ya era momento de retirarse porque ninguno de los dos bailaría, nos tomamos algunas fotos en la cabina fotográfica, recuerdo que aún conservo.
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